16 de noviembre de 2010

River se quedó con un merecido festejo en el clásico

River superó a Boca por 1-0 con un cabezazo de Jonathan Maidana, que marcó su primer gol en la máxima categoría justo ante su ex equipo. Los dirigidos por Juan José López fueron superiores de principio a fin ante un rival inexpresivo, que sufrió la lesión de Juan Román Riquelme. Claudio Borghi renunció a su cargo al término del encuentro.

Por Ian Sosa
Ian.bastardososa@hotmail.com

                                  Maidana grita su primer gol con la banda roja

Cuando firmó su vínculo con River, Jonathan Maidana, quien apareció en Primera con la casaca de Boca, tenía en claro que debía conquistar con buenos rendimientos a los fanáticos y que, si daba un paso en falso, su pasado lo podía condenar. Sin embargo, se ganó su lugar entre los once y, en su primer superclásico, se convirtió en el héroe de su equipo al saltar más alto que nadie y provocar el delirio de más de 60.000 personas.


Un debut soñado resultó el de esta tarde-noche para Juan José López, quien se hizo cargo de River en un momento inédito de su rica historia, la que está más nutrida de títulos y de grandes formaciones que de zozobras con el descenso. En zona de promoción y con un récord de siete jornadas sin conocer la victoria, el superclásico aparecía como una oportunidad para darle una alegría a la gente e iniciar el despegue futbolístico y anímico, pero también podía significar un golpe que dejara secuelas en la lucha por no jugar en la Primera B Nacional.

La actualidad de los dos clubes con mayores lauros en el fútbol argentino se halla bastante a contramano de lo que marcan sus gloriosas y centenarios historias. En consecuencia, el espectáculo en el Monumental no levantó demasiado vuelo futbolístico y, durante varios pasajes, no recompensó el imponente clima que se vivía en las tribunas.

Con mayor orden y más sólido, el local dominó el duelo durante los noventa minutos, generó las mejores situaciones y, una vez en ventaja, no pasó sobresaltos ante un conjunto de Claudio Borghi que rápidamente perdió a su as de espadas, Juan Román Riquelme, y que se mostró desorientado, sin volumen de juego e inexpresivo en todas sus líneas.

La vuelta de Matías Almeyda en la mitad de la cancha riverplatense fue, sin dudas, más gravitante que el retorno de Juan Román Riquelme, porque entre el oriundo de Azul y Walter Acevedo se encargaron de presionar a los volantes xeneizes y de no dejar moverse al 10. En tanto, Ariel Ortega, que volvió a la titularidad a raíz de una dolencia de Diego Buonanotte, cumplió un buen papel, se movió por el frente de ataque y estuvo participativo.

                     Almeyda y Acevedo anularon a Riquelme, que luego se retiró lesionado

Luego de una aceptable performance personal ante argentinos, se especulaba con que el enganche visitante iba a proporcionarle traslado y distribución criteriosa de balón, aspectos que eran algunas de las principales carencias de los conducidos por Borghi. Sin embargo, el 10 no participó demasiado del juego y apenas pudo disputar 45 minutos.

La línea de tres y la presencia de dos centrodelanteros habían despertado gran cantidad de críticas hacia el ex técnico de Argentinos, quien había afirmado que no iba a resignar sus convicciones futbolísticas. Sin embargo, una seguidilla de resultados adversos lo motivaron a probar con un nuevo esquema táctico mediante la utilización de cuatro futbolistas en la última línea y la entrada de Pablo Mouche en reemplazo de Lucas Viatri.

El revulsivo que buscaba Borghi no se produjo porque, desde que Baldassi pitó el inicio, hubo un equipo que se adelantó en la cancha y tomó la iniciativa y la posesión de la pelota. Ése fue River, que lució más compacto a diferencia de anteriores partidos en los cuales había demasiada distancia entre sus líneas, que tuvo al orden como una de sus premisas y que ganó la batalla de la mitad de la cancha a través de un doble cinco que no sufrió fisuras.

Gracias a la profesionalidad y a un compromiso envidiable, Almeyda se preparó para participar de este choque y arrancó encendido, pues a los dos minutos ganó en el anticipo, levantó la cabeza y habilitó a Mariano Pavone, que no pudo resolver con comodidad y la pelota salió junto al palo izquierdo.

Durante la primera mitad, River fue el dueño de las acciones y sacó diferencias por las bandas. Roberto Pereyra aprovechó que Jesús Méndez no posee la dinámica suficiente para transitar junto a la línea y desbordó en varias oportunidades obligando a Cristian Cellay a salir a cortar y erigiéndose como una buena herramienta de desequilibrio para el ataque “millonario”. En el otro costado, Ortega fue siempre una preocupación tanto para Matías Giménez, que se ganó la amarilla por una infracción al jujeño, como para Clemente Rodríguez, que, en su vieja-nueva función como lateral izquierdo, no se destacó ni aportó demasiado en ataque.

A las espaldas de Sebastián Battaglia, Erik Lamela intentó moverse como una especie de enlace entre los volantes y, por momentos, enganchar de derecha a izquierda para desenfundar su pierna más hábil. En tanto, Mariano Pavone fue la única referencia de área y realizó un gran esfuerzo para generar huecos.

A los 16 minutos, el joven que estuvo cerca de pasar al Barcelona cuando tenía 12 años capturó el balón luego de una buena presión del mediocampo sobre Riquelme y sacó un zurdazo con rosca que pasó cerca del arco de García.

Mientras Riquelme se tomaba la pierna derecha resentido de la tendinitis que lo aquejó en la previa, el local seguía capitalizando los espacios que dejaban los boquenses y, luego de una apilada de Pereyra por la izquierda, Paulo Ferrari pisó el área en posición de nueve, pero le pegó defectuosamente y la mandó a volar.

A medida que el anfitrión crecía en juego y en confianza, se incrementaba el desorden, la desesperación y la confusión de los visitantes, cuyo único recurso era el pelotazo a Palermo para que bajase alguna pelota hacia Pablo Mouche, quien no exigió a sus marcadores y además se ganó la tarjeta amarilla. En el medio, Battaglia no encontraba la brújula, Méndez no lo ayudaba y tampoco podía cubrir su sector, donde Pereyra hacía un surco de tanto ir y venir.

Pese a entrar a la alineación casi de última y con motivo de una discusión entre el técnico y Cristian Lucchetti, Javier García era la pieza clave para que Boca no estuviera perdiendo el partido. Primero, le tapó un potente tiro libre a Walter Acevedo y, un instante después, le negó el grito a Ortega al estirarse frente al remate cruzado del jujeño.

Que lo más peligroso de Boca resultara un tiro de Clemente Rodriguez que salió a varios metros de Carrizo, indicaba la pobre expresión futbolística de los de la Ribera.

              Caruzzo tuvo un desempeño rescatable en un contexto visitante paupérrimo
     
Luego de los 15 minutos de descanso, Riquelme no pisó el terreno de juego y se fue a sentar al lado del cuerpo técnico, por lo que Cristian Chávez se hizo cargo de la responsabilidad de darle una cuota de fútbol al visitante. Con la salida del 10, se desvaneció la poca esperanza de los auriazules de romper con la mediocridad de su juego y quedaron destinados a esperar alguna pelota detenida o la puntería en algún remate desde media distancia.

Parecía que la visita estaba condenada a aguantar un empate en cero, que no le servía de mucho, porque River seguía avisando, como lo hizo Lamela con un zurdazo que García envió al córner con una soberbia volada.

El local seguía acentuando el dominio del trámite y Boca continuba transitando un camino de desconcierto, que se aumentó cuando un viejo conocido de la casa se disfrazó de verdugo para abrir la cuenta. Tras un tiro de esquina desde la derecha, ningún hombre xeneize tomó a Maidana, el defensor se elevó con absoluta libertad y comodidad y, sin nadie que lo molestara, impactó de cabeza. La pelota picó y se metió junto al poste de García haciendo estéril la estirada del arquero.

En el partido más importante el año, el grito de Maidana representó su bautismo en la red en Primera División.

Con el resultado a su favor, López cambió el mensaje y, con el ingreso de Carlos Arano por Pereyra, colocó mayor énfasis en la defensa en desmedro de la parte ofensiva y priorizó la necesidad de sostener la mínima diferencia.

Por su parte, Borghi le dio pista a Lucas Viatri en lugar de un Mouche improductivo y se la jugó con los dos grandotes para soñar con algún cabezazo. Pese a retroceder hacia su propio campo, el local nunca vio amenazada su victoria debido a que la visita era un manojo de nervios y de imprecisiones y apenas intentaban con algunos remates desde afuera del área.

La ansiedad de River podría haber sido acabada por Acevedo a través de un buen contraataque a los 34 minutos aunque el volante surgido de San Lorenzo no eligió bien ante la salida de García.

Sólo quedó tiempo para el reconocimiento a Pavone, como también había sido ovacionado  un rato antes Ortega, y para que Boca se hunda en su propia impotencia. La última la tuvo Chávez luego de que Palermo le bajara un envío largo, pero el volante le entró apurado y la tiró por encima del travesaño.

               La gente de River colmó el Monumental y le puso color y calor al triunfo

De esta manera, River se quedó con toda la alegría del superclásico en el debut de Juan José López sumando de a tres luego de ocho fechas, achicó distancias con Huracán en cuanto a la permanencia y convirtió el Monumental en una fiesta. Del otro lado, la caída provocó la renuncia de Borghi, luego de que sus dirigidos tuvieran nuevamente una actuación para el olvido y cayeran inobjetablemente merced a la falta de juego y a un abatimiento general en todos los sectores.

Síntesis:

River: Juan Pablo Carrizo; Jonatan Maidana, Alexis Ferrero y Adalberto Román; Paulo Ferrari, Walter Acevedo, Matías Almeyda y Roberto Pereyra; Erik Lamela; Ariel Ortega y Mariano Pavone. DT: Juan José López (interino).

Boca: Javier García; Christian Cellay, Matías Caruzzo, Juan Manuel Insaurralde y Clemente Rodríguez; Jesús Méndez, Sebastián Battaglia y Matías Giménez; Juan Román Riquelme; Pablo Mouche y Martín Palermo. DT: Claudio Borghi.

Gol en el segundo tiempo: 8’ Maidana (R).

Cambios en el segundo tiempo: Al comenzar, Cristian Chávez (4) por Riquelme (B); 18’ Luciano Monzón por Méndez y Lucas Viatri por Mouche (B); 21’ Carlos Arano por Pereyra (R); 26’ Diego Buonanotte por Ortega (R) y 37’ Rogelio Funes Mori por Pavone (R).

Amonestados: Almeyda, Ferrari y Buonanotte (R); Méndez, Giménez, Mouche, Insaurralde, Cellay y Caruzzo (B).

Árbitro: Héctor Baldassi
Cancha: River.

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