6 de marzo de 2011

Banfield, dueño del barrio

Con inteligencia y actitud, Banfield trabajó y transpiró para quedarse con una verdadera batalla en el Sur, cargada de polémicas y pierna fuerte. Fue 2-1 con goles de Enrique Bologna, quien debió repetir su ejecución desde los doce pasos, y Jorge Achucarro, mientras que Mario Regueiro clavó un preciso tiro libre para el descuento en la última jugada del partido.

                                   El delirio de los jugadores del Taladro

Por Ian Sosa
Ian.bastardososa@hotmail.com

Como suele decirse en el mundo del fútbol, este clásico fue uno de esos encuentros de “hacha y tiza”, porque se sacaron chispas, lucharon más de lo que jugaron y la estética quedó relegada por la importancia del duelo. El que mejor entendió el contexto fue Banfield, que se puso rápido en ventaja, copó el mediocampo y disputó cada pelota como si fuera la última. No hubo tiempo para brindar espectáculo ni para los lujos, aunque los de Sebastián Méndez resultaron justos ganadores porque comprendieron las virtudes de su rival, las supieron contrarrestar y después aguantaron los intentos de un Lanús desdibujado.


Poco había pasado, casi no se habían arrimado con peligro a las áreas e incluso era Lanús el que manejaba sin demasiada profundidad la pelota cuando el local se topó con su primera oportunidad y no la desaprovechó. Mauricio Caranta salió apurado, se comió el amague de Marcelo Carrusca y lo volteó cometiéndole un claro penal.

Bologna se hizo cargo y pateó sin fuerza ni dirección, por lo que su colega detuvo el remate luego de adelantarse un par de pasos. Por esto, el árbitro Patricio Loustau ordenó correctamente reiterar la ejecución y, esta vez, el 1 local cambió de plan y le rompió el arco al ex hombre de Boca, quien recibió la amarilla por protestar.

                                Bologna suma cinco goles en Primera Division

La bronca granate se incrementó cuando Loustau omitió una mano de Jonatan Gómez en el área y no sancionó penal ante los airados reclamos de Mario Regueiro, quien luchaba con el ex volante de Rosario Central a la salida de un tiro libre.

Con originalidad y dentro del sano folclore del fútbol, la gente de Banfield arrojó pinguinos de goma cargando a sus vecinos del sur, quienes también acudieron en gran número a ver este choque. Como contracara, el encuentro debió ser detenido en el segundo tiempo porque desde la cabecera local se esparció una buena cantidad de humo que molestó a su propio arquero en una jugada de ataque para Lanús.

                      Los pinguinos que la gente de Banfield tiro al campo de juego

El visitante nunca resignó su loable intención de tratar bien la pelota y apostar al tándem Mauro Camoranesi y Diego Valeri, sus dos grandes figuras. Los dos habilidosos volantes nunca se pudieron conectar, tuvieron rendimientos individuales flojos y, así, nadie se hizo cargo de la creación, por lo que los de Gabriel Schurrer no tuvieron claridad.

En buena parte, tuvo que ver la labor del equipo local, que le cerró los caminos y plantó bandera en la mitad de la cancha, para anular el buen pie de su adversario. Maximiliano Bustos y de Souza mordieron y metieron sin guardarse nada, mientras que la defensa estuvo sin fisuras.

Sin darse por vencido, Lanús fue al frente e intentó por todos los medios, pero no halló las fórmulas ni los remedios para su anemia ofensiva y terminó cayendo en la fricción y el roce que le propuso un Banfield plantado decididamente para contragolpear.

Las más claras de los de Schurrer estuvieron a cargo de dos defensores. Primero, Erramuspe ganó en la azotea y estrelló un cabezazo en el travesaño y, luego Izquierdoz ensayó una media chilena que no trajo problemas a Bologna.

A medida que pasaron los minutos, la visita fue perdiendo la paciencia, se hundió en la imprecisión y empezó a sufrir las contras del local. Allí, se volvió a destacar Achucarro, que fue habilitado de gran manera por Ferreyra y se la picó a Caranta, que estuvo atento y rechazó el envío, aunque le rebotó en la cabeza al paraguayo y terminó salvando Paolo Goltz.

En la segunda, el guaraní no falló en una contra perfecta. Tras un buen saque de arco de Bologna, Quinteros la controló en la izquierda, soltó para Ferreyra y el delantero de la sub 20 lo volvió a buscar a Achucarro en la derecha. Freno para dejar sentado a Goltz y perfilarse para la izquierda y definición rasante al primer palo para gritar el segundo y sentenciar la historia.

El sabor agridulce se lo llevó Regueiro porque embocó un gran zurdazo, pero su gol de tiro libre sólo completó las estadísticas, que dicen que Banfield aumentó a doce partidos su paternidad sobre Lanús en el historial y que los de Arias y Guidi no vencen a sus vecinos desde el Clausura 2009, cuando lo hicieron por la mínima con tanto de Maximiliano Velázquez.



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